miércoles, mayo 14, 2008

Sali


From Arizona en “Voces del Sur” llega el sudor en canto de arados, la voz de mujeres y hombres de maíz, así la luz de las lechugas, son gentes que emergen del trigo.


SALI

Salí por callejones de muchos pueblos,
a buscar quizá la sonrisa que mis ojos añoraban.
Entre a ciudades por calles diferentes
y siempre encontré de día y de noche,
una luz y tu estampa.
Te encontré como un lirio luciendo los colores,
Te encontré lo se como única reina
que al mundo abrazas en tus besos.
Al mundo si, le bañas con el polen
ese que de ti emerge,
como una alborada en el alma.

Con el respeto que del mar se evapora,
en noches y tardes de silencio
he empezado con mi pluma a conversar,
ha contarle de una luz que en ti vi mujer.
Lo digo porque soy parte de tu ayer.
Soy el que siempre se pierde en la huella que tu dejas,
esa que se extiende en el abrazo
constante suspiro del camino de los tiempos.


cebando el mate y al fogón calentando el asado.
Fuiste aquel humo de figuras que hablo,
el Así recuerdo tu susurro,
melodioso vuelo de las palomas.
Vos sos la Argentina que en noches de música de zamba,
Deslizaste tus besos como dedos perdidos,
En cada instante que tu cuerpo respiraba con el mío.

Allá por Rosario sentí tu mirada un cariño,
entregado por ti alegre y bailando
el ritmo del malambo,,
ahí guarde tus ojos
en este corazón croto,
Que se extendió como viento por los secretos de la pampa.
Oh piba,
música de la sonrisa
aquella que como llanto se esconde en el tango.
sabrás que tu recuerdo le traje caminando,
desde las distancias que en lo lejos se pierden,
como el pago aquel en ese mundo de la Patagonia,

En tus huellas que decoras con la luz de las estrellas,
esas que dejaste como una bienvenida,
solas quizás como nostalgia,
hiciste cantar los bostezos de mi tristeza,
en un solo y alegre canto por la vida.
me entregaste el paraíso del suspiro.
Me entregaste el decir
Que una sonrisa como la de Mendoza
la Tierra del sol naciente y el buen vino.
Tu viviste en mi como esa misma copa de vino.
Che vos fuiste la mina de los encantos.

Una noche mas llego a mi,
en ese galope de recuerdos
en ellos venia tu presencia, descendiendo
por él frió Andino de los Incas,,
aquellos que su presencia es el sol
que vive en los relojes y marca las miradas..
Arequipa fue la antesala de los Dioses,
Aquellos que en Cuzco pernoctan
Y despiertan en Machupichu,
Señores amos de las alturas
creadores de bellezas,
Y fue ahí, como un bostezo de los vientos,
donde en ti se pinto un reflejo,
una imagen,
y solo guardo lo bello de tu figura,
Incaica hembra amazona de las lluvias
te despliegas en noches de azufres fermentados.
tus labios un encanto de volcanes
que retumban la esperanza de la vida.

En el Callao desnuda te vi,
como una caricia jugando con las olas.
Eras aquella línea de espumas embelesadas,
recibiendo la bienvenida de las brumas,
que de un retozo nacen
como el blanco ese que despierta en las alboradas.
El mar y tu,
dos pasiones que naufragaron el destino de mi alma,
en una turbulencia nacida de tus caricias.
Solo tu Peruana amada,
Supiste el secreto que llevabas en tus besos:
Un sabor a tiempo.
Un sabor a viento,
Así el éxtasis que se evapora de tus pechos.
Dejaste en mi,
un tatuaje pintado así,
aquí, palpitando como un campanario enloquecido.

Ica es el nombre de la ciudad.
aquella donde acaricie tu mano
Simple así, como un regalo,
Como un suspiro en el adiós Gitano.
Fue ahí donde de ti recibí el calor de la bienvenida,
parecido al abrazo aquel,
que un día inauramos en Piura,
sellándolo con un beso en Sullana.
Este es otra vez que también a mí llega,
Tumbes aquel puerto con olor a guerra,
donde de ti Cholita solo recibí la paz de los abrazos
y un hasta siempre en mi partida al otro lado de la frontera.
La luz que se desprende de tu imagen,
Ya antes le había encontrado,
viviendo en las letras de Vallejo.

Puerto Bolívar apareció ante mi,
Como una libertad desconocida,
allá en Ecuador el país Amazónico
y que Amazónico siempre vivirá,
como un palpito y respirando.
Tantas noches y días se confundieron en mi,
Al encontrar la belleza en un verde de plata perdido,
Un verde que emerge allá en Iquitos.
Un verde si, que evapora amores de la Nina de tus ojos,
Cholita nacida en este rincón que existe en el alma mía.
Fue donde tu mujer apareciste con el encanto de Ambato,
Luciendo tu arte de encanto,
Tu arte de entregar el sueno de amor a los poetas.
Te conocí escondida dentro las rosas,
quizás como un abono a la tierra de los tres Juanes,
Ambato tierra de las frutas y las flores,
tu nombre lo adorna en el encanto de poemas,
que se desprenden como arco iris de regalos,
en esa inmensidad de la madre tierra
representada en los Andes por esa nunca imaginada,
Cordillera. . . Reina de piedras dormidas.
Suspiro que entibia los fríos por Rió Bamba,
Aquella tierra donde tu y yo
Un día llenamos de besos los recuerdos.

En el sabor secreto del choclo,
encontré el bostezo de tus suspiros,
le encontré como el verde encanto de la palta
que tus ojos iluminaba cholita del alma,
Él aquel concierto de gallos en la madrugada
que celebraban el recuerdo de nuestro abrazo.
Cada mirada tuya,
Fue un beso de las Auroras,
Que el pichincha pinta como reflejo
En esas bellezas que solas palpitan en el camino de tu cuerpo.
Siempre aquí en los horizontes de mi mente,
Te luces como colores descarriados
En las libertades que de tu piel se evaporan
En es largo camino de peregrinos,
En busca amada de ese encanto que en ti radica
Y se reproduce en abono que vive en tus besos.

Rió Grande do Soul,
Fue la puerta del Brasil
Donde por primera vez pernocte la ilusión de mi camino.
Porto Alegre luces y besos,
Encuentro de abrazos extraviados
Que de una boa saudade,
a ti retornan mía garota,
Solos como un solo doble de campana.

Fueron cuantas veces si recuerdo,
que mis ojos caminaron el verde ritmo Amazónico
ellos se extraviaron como hojas navegando
en el Rió San Francisco y su aguas consteladas,
que en tu piel bañaban el canelo de tus pechos,
dos sonrisas que de tus ojos nacían,
Crecían en el húmedo de los vientos de Manaos.
Yo guarde de ti,
la luz aquella que en tu danza de marea,
formabas en mi el encanto de vivir en un océano,
de olas abrazando el anhelo y apetito,
que de mi se desprendía por tus encantos
aquellos que solos referías en las brisas
de un Copa cabaña construido en los sueños.

Oh mujer señora y ama de los ritmos,
cada uno de esos que vibrando de los tambores se desprenden,
en noches que en Rió la luna se desgarra de los cielos,
Se desgarra dentro cada una de las brisas
que crecen desde el reflejo que en noches iluminas
dos pechos que elevan sus besos al viento.
Brasileña, señora rezago de oceánicas mareas.
Carioca de abrazos reventados,
eras la gota aquella que pinto el color de las espumas,
en Bahía, Botafogo y Flamengo.
Siempre fuiste así,
como solo un numero de suspiros que palpitan y bailan
en loco corazón de las fabelas.
Pero ahí fue,
Donde me entregaste aquella noche de zamba.
Me entregaste el suspiro que de amor habla,
en una historia, que tumba que tumba,
es el ritmo, es el tumbar de un cuento Afro Brasileño.
Algo así pensé en Curitiba,
aquella vez que tus abrazos me recibieron
en ese mesón donde los anhelos arrullan a la vida,
por un instante me permitiste serte alguien
como un arado,
en los caminos de sueños sembrados en la esperanza.
Esa cosecha fue una cesta de abrazos,
Fue una sola gota de canto.
Fue una gota de amor.
Fue el beso a un regreso sin adiós.

Cuantos mares y vientos,
navegando y volando anduve
como un marinero en el mástil de popa,
buscando en la lejana distancia
un faro que guillara el destino de mi camino.
Fue así en una noche de relámpagos perdidos,
te vi retozando en el alegre vaivén de olas,
que del mar burbujeando salían,
nacían como caricias arrullando tu cuerpo.
Marcaste en cada espuma el secreto de las siluetas.
Cuando el paso de los minutos veo, un recuerdo a mi regresa
y pienso que vive de mi viaje en el pacifico,
un océano dueño de profundas intemperies.
Una luz enhebrada en las aguas de sombras encantadas.

Fue ahí donde un puerto de nombre San José
apareció como levantándose de las aguas
y llenando tu imagen de espumas.
Chapina, patoja ojos color cana de azúcar,
llegaste ante el reflejo de mi mirada,
barnizada en acordes de marimba.
Guatemala es tu patria,
Tierra esa que en su huipil guarda el secreto Maya,
y en su nahual carga la esperanza
como canasta de güisquiles que en su cabeza,
al mercado lleva como alimento a otros corazones.
Hoy los recuerdos me cuentan,
que con la bendición del negro Cristo de Esquipulas,
compre un petate en Chiquimula:
mi cama, un suspiro al futuro,
así la ilusión patoja, de en ese lugar,
hogar donde nacen las ideas de tu y yo formar
y en ese petate tatuar un descanso. Si ahí,
en el arrullo de tus brazos,
que mecen mis momentos Chapina Cachiquela,
encontré la aurora esa que en tu alma amanecía,
y solo así floreció en el idilio de un abrazo
escondido en las neblinas de Tecpan,
fueron velos de vientos que cubrieron
el encanto que solo se rebalsa de tus pechos.

Una mañana fue.
en las tierras verdes de Sebol
desperté cubierto en el sereno de tus bostezos.
Una amanecer fue,
que un tule de boj
brinde por el negro regocijo que baila en tus ojos.
Una mañana fue,
Cuando allá en Coban donde en el café encontré,
el tibio ese que enternece
y que viene de tus labios,
decidí patoja chula caminar
por cada extravío que me llevara a San Lucas Sacatepeques
y ahí recoger en la sonrisa de mi pluma,
la miel que esconden las acerolas
gotas que se reparten en la humedad de tus besos.

En Antigua, una ciudad de plata y barro,
Guatemalteca Chapina chispa de encanto,
recogí el romance de letras de poetas ya muertos,
que quedaron por las calles panzas verdes
deleintando el romance de los ayeres
con callejones llenos de espantos.
Cuantas letras recogí,
en el tronar de canchinflines y cuetes alegres,
Recogí de los poetas viejos como Menezes
una flor de pétalos conjugados
y del sembré semillas en un arríate,
donde crecen los recuerdos que vienen desde lejos.
Vienen alegres como moros en convite,
y de esa alegría que nace de la patria,
amada Indígena labios de canela
Dejo cada beso en ti,
así como un retumbo que nace del volcán de fuego.
Dejo la humedad de mis besos
que en los caminos de ríos,
arrastren el aroma de los macuyes
para que en el secreto que nace de las sorpresas,
te envuelva en el cariño de esos abrazos.
Los mismos si,
esos que viven escondidos en los paisajes de los sueños.

Popayán residente andino,
que desde las raíces de las piedras tu fe levantaste,
como un solo viejo Fraile Colombiano.
Un viejo Fraile si, lo es así.
Lo es un viejo campanero,
enamorado del repique de campanas
que como cóndores se detienen en el viento,
vigilando el convento de los anos,
que vive,
que existe en ese inmenso vació de la cordillera.

Fue ahí, el mismo sitio de antaño,
donde enlazamos nuestras manos.
Una de hilos de seda tejidos en madrugadas,
que con estrellas adornaban el moreno de tu cuerpo.
La otra con un solo deseo de estrecharte a mí,
en ese callejón de luces de faroles
que iluminan el camino a tu pueblo de encantos.
Te conocí alegre como una fogata
que en noches soltabas reflejos y chispas de azufre,
flameando la ilusión que de tu imagen
navegaba en este océano de ilusiones,
en este océano de pensamientos.
Si bien recuerdo tus ojos en mi espera,
allá en las playas de Jurado
puerto y mar en el departamento del Choco.
Agua y selva bañaron los secretos de nuestro romance,
le bañaron con cantos de urracas, loros y cenzontles
y en un ritmo de música coqueta,
partimos en el autobús de los sueños,
a puerto Buena Ventura, luz que titila,
cuando navegas a lo lejos del Pacifico.

Mas lo que siempre en mi vive,
fue el encanto que viajamos a Colombia tierra adentro.
Medellín desbordaba el rojo del café en granos por miles
al paso de tu figura de mujer andina,
Oh, claro de que si,
Siempre caminaste como ritmo en el viento.
Siempre fertilizaste la belleza que crece en el camino.
Has sido el polen de esa flor
que brota de las sonrisas Antioquenas
y pinta el paisaje que tu mulata
vistes con cada ritmo loco que se desprende de tus caderas,
ahí amada: Cartagena es el teatro de tus sonrisas.
Es la cuna caribeña que te duerme entre gotas y espumas.
Es el amor que se desenrolla del blanco de las olas
y lo pega en tu piel como una sal alucinante.
Cuantas veces venistes a mi desnuda,
como una hoja llena de líneas y colores
trayendo contigo el olor que palpita en la selva
y el cariño ese de mujer que tu conoces,
que en noches perturbadas dejaste en mi así,
un solo beso que humedeciste en el rió Magdalena.
Lo trajiste recuerdo como una despedida,
El día de mi partida allá en Barranquilla.

Ese día que el mar y yo tomamos la partida,
a otras patrias,
a otras tierras,
tu mujer fuiste el faro de mi destino,
que en destellos de luces encantadas me llevaste al final,
ese donde moran los calores de tus brazos.
Tengo que dormir sabes,
mis ojos se han cansado en el recorrido que tu y yo,
hemos marcado en las veredas de la vida.
Voy a descansar con tu recuerdo de almohada
Y cuando mi mente regrese a tu mirada
Leerás mas anécdotas marcadas en el calendario de los días
Mujer amada.

La otra semana partiré a Chile,
Con mis alegrías y canto,
Llegare a Arica esa puerta de encanto,
Espero rotita del alma
Que con tu chola mirada me esperes cantando,
Yo vendo unos ojos negros quien me los quiere comprar. . .

Negor Len

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