From Arizona en “Voces del Sur” llega el sudor en canto de arados, la voz de mujeres y hombres de maíz, así la luz de las lechugas, son gentes que emergen del trigo.
Y caminaron los vientos, como simples arco iris: como simples lluvias sin colores; fue la tarde una oscuridad de respiros dentro una luz, ahí sola como una llama, iluminando la única esperanza del alma; quizás única? Esperando ahí recostada en el tiempo....... Asi: como este sin numero de puntos, que sin saber porque los escribo, solo sé que nacieron en mi mente.
397 los meses que pasan en su marcha, también unos cuantos días, fecha que me enseña la vez que anduve ahí, que anduve alla: un solo lugar, donde habitan aquellos residentes del olvido.
Exactamente ese fue el sitio, donde pernocte, comí, Viví y de ahí partí...
Me extendí como un ojo perdido, extraviado, buscando la pena de aquel ajeno que nunca fue mi amigo; será porque ni él, ni yo emprendimos la marcha hacia el momento de una palabra. Si hablamos, pero tuvimos quizás miedo de conocer alguna suciedad en mi pasado, ya que él: venia de la limpia claridad que se desborona de las nubes, iluminando las distancias de la selva.
Fue como un adiós, que se dice al problema que en la calle pasa, rotundo y sin saber cuando.
Fue alla en la lejanía, que de este Indígena supe su nombre, salió de las verdes praderas anunciándome que su nombre era Tecun.
¿Si es que en caso, yo soy el que vos buscas? Aquí estoy. Me encontraras siempre viendo hacia el horizonte, ese donde más de alguien me dijo, es ahí el lugar donde solas aparecen las esperanzas y navegan las ilusiones.
Se dibujaba el Indígena Campesino de prietas miradas, y espaldas mojadas en el sudor de la tarde... Yo pregunte: vos a caso sos el hombre que aparece en madrugadas, y desaparece en las primeras nieblas de la tarde? Desime en la campana de tu voz, sé que vos escuchas la esperanza llegando enredada en esos vientos de ilusiones, amas la paciencia; te e observado, oír el sonido que canta la revancha en el derecho de existencia que usurparon de tu sangre, lo se que a vos siempre te llega el tono, como un arado besando el vaivén de miles de espigas cargadas de trigo.
Recuerdo que en su vestir un saco lucia, como respeto al amor hacia las veredas, esas que apuntaban hacia toda lejanía en los campos de la vida, quizás caminos que nos dirijan al destino actual de la humillada patria Americana. Le vi en el silencio de mí pensar, ahí estaba como un aire soplando en silencio, Su partido cabello mostraba una soledad de los bosques dormidos, y asi fue desprendiéndose poco a poco de su estampa de Indígena, es la voz de un grito perdido en mi América la amada. La ultrajada...
Fue emergiendo digamos desde la lejana y fría Usuahia: puerto que le grita al mundo hasta aquí llega la Patagonia. Territorio ese alla donde los Menéndez Veti, pagaban pesos por las orejas y cabezas de los Indios Patagónicos, dueños verdaderos de esas tierras, estos latifundistas asesinos de aborígenes buscaron la inocencia, cambiándole a la muerte su nombre de muerte y negocio, por un falso nombre y apellido repicando el sonido de Exportadora e importadora de Tierra del Fuego.
Fui llegando con el Indio desde Coyhaique y Aizen: a un Chile olvidado en el antártico frió de los australes vientos, que corren pintando nieves, ahí en esas lejanías, los pescadores no quieren saber de adelantos que destruyan los silencios y cantos del mar, esos que arrullan en las llegadas de las olas, suspira un alma que vive esperando lana para tejer los güipiles, sus mantas y ropas que entibien el frió del alma, ese que en el paso de los años, les a causado los modernismos del nuevo mundo.
Venia el Indio desde San Carlos de Bariloche y la inmensa Patagonia, una tierra que acobijo la existencia de aquellas Indígenas naciones, que su nombre regalaron, su sangre empeso a ser eliminada para que naciera una nueva patria de nombre Argentina. Comunidades Indígenas, o quizás tribus o naciones de nombres diferentes: Yamanas, Onas, Selknam, asi una inmensa población Mapuche, en control de inmensos territorios; un kilómetro cuadrado por persona en una población de casi 35,000 residentes indígenas Mapuches.
Vos viniste a la soledad que habita en nuestras tierras; viniste a preguntar la razón de nuestra existencia, llegaste con la curiosidad de saber él porque a nuestros hermanos Tehuelches se les llamo patagónicos, hombres de pies grandes como los gigantes, de donde según muchos se origina el nombre de gigantes hombres en la pampa. Mas sabrás Negor, que solo los residentes de estas lejanías y que son los Tehuelches, únicos quizás que todavía guardan en esa existencia, un moreno tostado que se pinta en las pieles de aquellos criollos, repiques del encanto de las pampas que duermen sus planicies en ese antártico territorio; esas mismas que se pierden en las nostalgias de las grandes lejanías, ah... Pero veras las estancias inundadas de ovejas, pastando en lo que siempre fue la existencia de una supervivencia sin inhumanas explotaciones, ni muertes ingratas por solo ser, él quien quiere ser: si aquel que tenga el dominio a las riquezas en estas grandes soledades olvidadas, en la tierra Argentina, dueña de las territoriales inmensidades patagónicas.
Vos Negor déjame decirte que aquí en la patagonia, el criollo se ausenta del porteño, porque ese hombre no conoce el privilegio de admirar y vivir el momento de cuando las estrellas se bañan en noches diferentes. Te hablo y digo porque soy parte del eco de estas gentes; déjame decirte que ellos en Buenos Aires no conocen el levantarse al alba, compartir tu mate y los mañaneros alimentos con la luz que se desprende de las madrugadas, ellos no quieren aprender a vivir con la tierra y asi el Indio piensa que lejos de ellos es mejor para poder vivir con él palpito de los vientos.
¿Contadme Tecun, porque les llaman porteños?-- Esta bien Che, vos sabrás que les apodan asi a los Argentinos criollos de Buenos Aires; aquellos que no conocen los secretos que forman el amor de la cordillera, ni los silencios que se evaporan en el momento aquel, en que llegas a conocer la luz de las madrugadas; esas bellas que en alboradas les sorprenderás en orgías espaciales, sexuales momentos de luceros y estrellas... Solo aquí veras un sexo lleno de encanto donde copulan las luces nocturnales, resbalando sus éxtasis sexual cargado de caricias planetarias, que se derraman como besos en las piernas de la vida. Tu Negor: serás testigo de un amor nocturno, donde las estrellas lentamente se desnuden ante el encanto de la vida y al final del éxtasis, veras en la madrugada, el final de un amor despedirse al llegar el arribo de las coloridas alboradas .
Fue entonces pues en esas mismas playas del Lago Nahuel Huapy, sonreímos y decimos seguir por los caminos de América, diciendo adiós a San Carlos de Bariloche, alla en la vieja patria Argentina, como alla en la inmensidad de las brisas que se desprenden, bañando los vientos que visitan las bellas cataratas del Iguazú, un día llegamos a Mato groso y Paramaribo, en la busca de la queja Indígena, que tambien en el Amazonas duerme su tristeza. Si fue ahí, donde el Indio y Yo, prendidos de la mano, sonreímos con el pueblo Guarani y pensamos en cual seria el destino, de miles de hermanos que buscaron la bravura de las aguas, como único destino al final de las angustias.
Esta vez, el Indio callo con la luz de los relámpagos de Guayaquil y Puerto Esmeralda. Ven me dijo: veras como estos relámpagos alumbren la pobreza, si esa que florece en los hijos de aquellos viejos dueños de la patria. Ya las madrugadas no se alegran en el pichincha, ni el Indio, ni el ladino, ya mas no confían en los ojos del General que manda y cuida a Rió Bamba. En esta tierra verán a mis hermanos vendiendo su pobreza, esa que ya no se compara con los precios de comer un Choclo, una papa, o el verde de una palta.
Vino el mismo Indio desde Ipiales y las selvas del Choco, dos verdes fronteras diferentes sudando la distancia; apareció porque lo a destinado a un sueño que le lleva a definir: una verdad, la libertad que sopla en las ventanas de los vientos, esos que le llevan a entregar la palabra de su mensaje, a cada uno de los Colombianos que ven a la patria, asi como una sola y segunda madre, una patria que hay que amarla, no dejando que la muerte sea la única esperanza que viva en el corazón del humilde, ese que nacio en el verde de la Montana. Ahora bien, en el paso de los días la ambición de otros hombres lejos de nuestra sangre, que un poder pelean, ellos forman la causa del derrame de nuestra sangre que en la marcha de los días, muere por balas perdidas de fuerzas ambiciosas de ambos frentes, que no les importa él palpito de nuestra Indígena existencia.
Traía su saludo en las miradas de guacamayas Venezolanas... Se apareció navegando en las olas de Maracaibo y Cartagena, solo llego entregándome el abrazo que se despide en Cúcuta, que se despide en Barranquilla, yo ya no paso por Caracas, porque como en otros lados de la tierra, se me mira como un algo diferente en la patria que nuestra es y no de ellos.
Yo se que su errante lagrima, salió de Obaldia y el Darien, salió a pintar en las niñas de los ojos, que enriquecen el albergo de una distancia desminuida por rumores de entregar un caos, que alguien me dijo duerme en la antesala de la selva, como única solución a entender la resolución al hambre, que enseñan las barrigas de los niños
Esta vez, hombre que vienes desde lejos, a buscar la cicatriz en las pieles de barro, yo te llevare para que no batalles buscando, lo que esta como una llaga, adornando las sonrisas de los hombres de maíz. Ven conmigo; pasaporte tu no necesitas, ya que yo conozco los extraviíllos que nos lleven al pueblo donde habitan los dolores.
Debemos juntos llegar, a deleitar el refresco que desciende de las alturas de las palmeras, cocos que nos brinden su agua alla en Chiriqui, Panameña tierra de adioses a todos aquellos viajeros del mar; si los miles de pasajeros en viaje, que día y noche, cruzan la rota cintura de nuestra América.
Veni Negor, sigamos la huella del pasado, para que alla en David y Puerto Golfito, vos recojas otros mensajes de los que esperan mi llegada, sin saber que yo posiblemente llegue jineteando los vientos de la tarde.
En Rivas, Matagalpa y Zomoto, se que encontraras las rimas de un ladino, con poco de la sangre nuestra, pero que de vez en cuando hablaba con su pluma para decorar la tristeza de besos escapados del sufrimiento, que se encarcela en. Granada y Managua.
Yo sé que él, en su camino recordó la errante lágrima aquella perteneciente al dolor, a los dolores que corrían por las mejillas de la patria Nicaragua. Darío Rubén su nombre, él cantaba lagrimas en las palabras...
Será hombre que tus barbas encanecerán en las rutas de conocer la existencia de mi historia, ahora que vos te encontráis en la cintura de América, caminaremos por las selvas olor a ocote, de sabor a chicle, algo como una dulzura lejos de San Pedro Sula, lejos de Tegucigalpa, lugares donde al Indio no encuentra el precio de su sonrisa.
Cojutepeque, Santa Tecla, San Miguel y Puerto la Unión, lucen como un espejo enseñando lo que poco queda de mi sangre, ahora le llaman El Salvador, vive en el alboroto de mestizajes, de orgías sexuales que se celebran en el pueblo de la ignorancia, y en casa de los ladinos, tierra tenientes, casa tenientes, y los gobiernos malvados, simples chupadores de nuestra sangre, se escapa rumbo al camposanto, las ilusiones decepción de esperanzas prometidas por hombres de los mismos ojos.
Tomaremos rumbo a Guatemala para encontrar un Copal, que desde las selvas del Peten, nos entreguen la bienvenida, lejos de los mismos que nos llaman conciudadanos, de los que nos hablan de pactos Indígenas, ahí veras como el quetzal ya no conoce la libertad de su vuelo, ya que el hambre que en la superpoblación camina, se Devoran hasta sus plumas. En Chimaltenango, Cebol, Coban, San Martín Chile Verde, Chinaultla, San Juan Sácatepeques, asi también las tierras del Quitche... En estas poblaciones tendrás la dicha de si no sabes contar, ahí aprenderás con los miles de huesos de mi gente, que yacen como abono a las leyes del olvido. Recuerdos de las grandes gestas militares, dejaron ante los ojos de la tristeza de la raza, los grandes coroneles dijeron que estas muertes, son dedicadas a conocer los caminos de la paz y el mismo que no lleven a un pueblo de libertad.
Sígueme pues, que con mi ojo pardo de jaguar americano llegaremos a México, a través de inhumanas cortinas que hombres y mujeres con estudio, han formado en la ruta de tu paso. Conocerás el encanto del nopal en Yucatán, y encontraras una entrevista con la tristeza, una que se cultiva en Chiapas. No pienses que vas a estar solo, cuando gustes de la muerte a ella la encuentras durmiendo en los desiertos de Sonora, es ahí donde esperan la llegada mis hermanos los Mayos y los Yaquis.
Aquí en Chihuahua, Nogales, El Paso y San Luis Rió Colorado, te despediré hermano vagabundo sin bandera, te diré estrechemos los colores de nuestras manos,
digamos adiós en el abrazo, ya se que al cruzar la línea de la frontera, encontraras a mis hermanos Cucapas, Navajos, Apaches y muchos mas, les encontraras: con dinero pero muriendo en las calles del olvido, en las calles del aguardiente y pocas esperanzas en la jornada al camino del regreso de la raza.
Negor Len.
Y caminaron los vientos, como simples arco iris: como simples lluvias sin colores; fue la tarde una oscuridad de respiros dentro una luz, ahí sola como una llama, iluminando la única esperanza del alma; quizás única? Esperando ahí recostada en el tiempo....... Asi: como este sin numero de puntos, que sin saber porque los escribo, solo sé que nacieron en mi mente.
397 los meses que pasan en su marcha, también unos cuantos días, fecha que me enseña la vez que anduve ahí, que anduve alla: un solo lugar, donde habitan aquellos residentes del olvido.
Exactamente ese fue el sitio, donde pernocte, comí, Viví y de ahí partí...
Me extendí como un ojo perdido, extraviado, buscando la pena de aquel ajeno que nunca fue mi amigo; será porque ni él, ni yo emprendimos la marcha hacia el momento de una palabra. Si hablamos, pero tuvimos quizás miedo de conocer alguna suciedad en mi pasado, ya que él: venia de la limpia claridad que se desborona de las nubes, iluminando las distancias de la selva.
Fue como un adiós, que se dice al problema que en la calle pasa, rotundo y sin saber cuando.
Fue alla en la lejanía, que de este Indígena supe su nombre, salió de las verdes praderas anunciándome que su nombre era Tecun.
¿Si es que en caso, yo soy el que vos buscas? Aquí estoy. Me encontraras siempre viendo hacia el horizonte, ese donde más de alguien me dijo, es ahí el lugar donde solas aparecen las esperanzas y navegan las ilusiones.
Se dibujaba el Indígena Campesino de prietas miradas, y espaldas mojadas en el sudor de la tarde... Yo pregunte: vos a caso sos el hombre que aparece en madrugadas, y desaparece en las primeras nieblas de la tarde? Desime en la campana de tu voz, sé que vos escuchas la esperanza llegando enredada en esos vientos de ilusiones, amas la paciencia; te e observado, oír el sonido que canta la revancha en el derecho de existencia que usurparon de tu sangre, lo se que a vos siempre te llega el tono, como un arado besando el vaivén de miles de espigas cargadas de trigo.
Recuerdo que en su vestir un saco lucia, como respeto al amor hacia las veredas, esas que apuntaban hacia toda lejanía en los campos de la vida, quizás caminos que nos dirijan al destino actual de la humillada patria Americana. Le vi en el silencio de mí pensar, ahí estaba como un aire soplando en silencio, Su partido cabello mostraba una soledad de los bosques dormidos, y asi fue desprendiéndose poco a poco de su estampa de Indígena, es la voz de un grito perdido en mi América la amada. La ultrajada...
Fue emergiendo digamos desde la lejana y fría Usuahia: puerto que le grita al mundo hasta aquí llega la Patagonia. Territorio ese alla donde los Menéndez Veti, pagaban pesos por las orejas y cabezas de los Indios Patagónicos, dueños verdaderos de esas tierras, estos latifundistas asesinos de aborígenes buscaron la inocencia, cambiándole a la muerte su nombre de muerte y negocio, por un falso nombre y apellido repicando el sonido de Exportadora e importadora de Tierra del Fuego.
Fui llegando con el Indio desde Coyhaique y Aizen: a un Chile olvidado en el antártico frió de los australes vientos, que corren pintando nieves, ahí en esas lejanías, los pescadores no quieren saber de adelantos que destruyan los silencios y cantos del mar, esos que arrullan en las llegadas de las olas, suspira un alma que vive esperando lana para tejer los güipiles, sus mantas y ropas que entibien el frió del alma, ese que en el paso de los años, les a causado los modernismos del nuevo mundo.
Venia el Indio desde San Carlos de Bariloche y la inmensa Patagonia, una tierra que acobijo la existencia de aquellas Indígenas naciones, que su nombre regalaron, su sangre empeso a ser eliminada para que naciera una nueva patria de nombre Argentina. Comunidades Indígenas, o quizás tribus o naciones de nombres diferentes: Yamanas, Onas, Selknam, asi una inmensa población Mapuche, en control de inmensos territorios; un kilómetro cuadrado por persona en una población de casi 35,000 residentes indígenas Mapuches.
Vos viniste a la soledad que habita en nuestras tierras; viniste a preguntar la razón de nuestra existencia, llegaste con la curiosidad de saber él porque a nuestros hermanos Tehuelches se les llamo patagónicos, hombres de pies grandes como los gigantes, de donde según muchos se origina el nombre de gigantes hombres en la pampa. Mas sabrás Negor, que solo los residentes de estas lejanías y que son los Tehuelches, únicos quizás que todavía guardan en esa existencia, un moreno tostado que se pinta en las pieles de aquellos criollos, repiques del encanto de las pampas que duermen sus planicies en ese antártico territorio; esas mismas que se pierden en las nostalgias de las grandes lejanías, ah... Pero veras las estancias inundadas de ovejas, pastando en lo que siempre fue la existencia de una supervivencia sin inhumanas explotaciones, ni muertes ingratas por solo ser, él quien quiere ser: si aquel que tenga el dominio a las riquezas en estas grandes soledades olvidadas, en la tierra Argentina, dueña de las territoriales inmensidades patagónicas.
Vos Negor déjame decirte que aquí en la patagonia, el criollo se ausenta del porteño, porque ese hombre no conoce el privilegio de admirar y vivir el momento de cuando las estrellas se bañan en noches diferentes. Te hablo y digo porque soy parte del eco de estas gentes; déjame decirte que ellos en Buenos Aires no conocen el levantarse al alba, compartir tu mate y los mañaneros alimentos con la luz que se desprende de las madrugadas, ellos no quieren aprender a vivir con la tierra y asi el Indio piensa que lejos de ellos es mejor para poder vivir con él palpito de los vientos.
¿Contadme Tecun, porque les llaman porteños?-- Esta bien Che, vos sabrás que les apodan asi a los Argentinos criollos de Buenos Aires; aquellos que no conocen los secretos que forman el amor de la cordillera, ni los silencios que se evaporan en el momento aquel, en que llegas a conocer la luz de las madrugadas; esas bellas que en alboradas les sorprenderás en orgías espaciales, sexuales momentos de luceros y estrellas... Solo aquí veras un sexo lleno de encanto donde copulan las luces nocturnales, resbalando sus éxtasis sexual cargado de caricias planetarias, que se derraman como besos en las piernas de la vida. Tu Negor: serás testigo de un amor nocturno, donde las estrellas lentamente se desnuden ante el encanto de la vida y al final del éxtasis, veras en la madrugada, el final de un amor despedirse al llegar el arribo de las coloridas alboradas .
Fue entonces pues en esas mismas playas del Lago Nahuel Huapy, sonreímos y decimos seguir por los caminos de América, diciendo adiós a San Carlos de Bariloche, alla en la vieja patria Argentina, como alla en la inmensidad de las brisas que se desprenden, bañando los vientos que visitan las bellas cataratas del Iguazú, un día llegamos a Mato groso y Paramaribo, en la busca de la queja Indígena, que tambien en el Amazonas duerme su tristeza. Si fue ahí, donde el Indio y Yo, prendidos de la mano, sonreímos con el pueblo Guarani y pensamos en cual seria el destino, de miles de hermanos que buscaron la bravura de las aguas, como único destino al final de las angustias.
Esta vez, el Indio callo con la luz de los relámpagos de Guayaquil y Puerto Esmeralda. Ven me dijo: veras como estos relámpagos alumbren la pobreza, si esa que florece en los hijos de aquellos viejos dueños de la patria. Ya las madrugadas no se alegran en el pichincha, ni el Indio, ni el ladino, ya mas no confían en los ojos del General que manda y cuida a Rió Bamba. En esta tierra verán a mis hermanos vendiendo su pobreza, esa que ya no se compara con los precios de comer un Choclo, una papa, o el verde de una palta.
Vino el mismo Indio desde Ipiales y las selvas del Choco, dos verdes fronteras diferentes sudando la distancia; apareció porque lo a destinado a un sueño que le lleva a definir: una verdad, la libertad que sopla en las ventanas de los vientos, esos que le llevan a entregar la palabra de su mensaje, a cada uno de los Colombianos que ven a la patria, asi como una sola y segunda madre, una patria que hay que amarla, no dejando que la muerte sea la única esperanza que viva en el corazón del humilde, ese que nacio en el verde de la Montana. Ahora bien, en el paso de los días la ambición de otros hombres lejos de nuestra sangre, que un poder pelean, ellos forman la causa del derrame de nuestra sangre que en la marcha de los días, muere por balas perdidas de fuerzas ambiciosas de ambos frentes, que no les importa él palpito de nuestra Indígena existencia.
Traía su saludo en las miradas de guacamayas Venezolanas... Se apareció navegando en las olas de Maracaibo y Cartagena, solo llego entregándome el abrazo que se despide en Cúcuta, que se despide en Barranquilla, yo ya no paso por Caracas, porque como en otros lados de la tierra, se me mira como un algo diferente en la patria que nuestra es y no de ellos.
Yo se que su errante lagrima, salió de Obaldia y el Darien, salió a pintar en las niñas de los ojos, que enriquecen el albergo de una distancia desminuida por rumores de entregar un caos, que alguien me dijo duerme en la antesala de la selva, como única solución a entender la resolución al hambre, que enseñan las barrigas de los niños
Esta vez, hombre que vienes desde lejos, a buscar la cicatriz en las pieles de barro, yo te llevare para que no batalles buscando, lo que esta como una llaga, adornando las sonrisas de los hombres de maíz. Ven conmigo; pasaporte tu no necesitas, ya que yo conozco los extraviíllos que nos lleven al pueblo donde habitan los dolores.
Debemos juntos llegar, a deleitar el refresco que desciende de las alturas de las palmeras, cocos que nos brinden su agua alla en Chiriqui, Panameña tierra de adioses a todos aquellos viajeros del mar; si los miles de pasajeros en viaje, que día y noche, cruzan la rota cintura de nuestra América.
Veni Negor, sigamos la huella del pasado, para que alla en David y Puerto Golfito, vos recojas otros mensajes de los que esperan mi llegada, sin saber que yo posiblemente llegue jineteando los vientos de la tarde.
En Rivas, Matagalpa y Zomoto, se que encontraras las rimas de un ladino, con poco de la sangre nuestra, pero que de vez en cuando hablaba con su pluma para decorar la tristeza de besos escapados del sufrimiento, que se encarcela en. Granada y Managua.
Yo sé que él, en su camino recordó la errante lágrima aquella perteneciente al dolor, a los dolores que corrían por las mejillas de la patria Nicaragua. Darío Rubén su nombre, él cantaba lagrimas en las palabras...
Será hombre que tus barbas encanecerán en las rutas de conocer la existencia de mi historia, ahora que vos te encontráis en la cintura de América, caminaremos por las selvas olor a ocote, de sabor a chicle, algo como una dulzura lejos de San Pedro Sula, lejos de Tegucigalpa, lugares donde al Indio no encuentra el precio de su sonrisa.
Cojutepeque, Santa Tecla, San Miguel y Puerto la Unión, lucen como un espejo enseñando lo que poco queda de mi sangre, ahora le llaman El Salvador, vive en el alboroto de mestizajes, de orgías sexuales que se celebran en el pueblo de la ignorancia, y en casa de los ladinos, tierra tenientes, casa tenientes, y los gobiernos malvados, simples chupadores de nuestra sangre, se escapa rumbo al camposanto, las ilusiones decepción de esperanzas prometidas por hombres de los mismos ojos.
Tomaremos rumbo a Guatemala para encontrar un Copal, que desde las selvas del Peten, nos entreguen la bienvenida, lejos de los mismos que nos llaman conciudadanos, de los que nos hablan de pactos Indígenas, ahí veras como el quetzal ya no conoce la libertad de su vuelo, ya que el hambre que en la superpoblación camina, se Devoran hasta sus plumas. En Chimaltenango, Cebol, Coban, San Martín Chile Verde, Chinaultla, San Juan Sácatepeques, asi también las tierras del Quitche... En estas poblaciones tendrás la dicha de si no sabes contar, ahí aprenderás con los miles de huesos de mi gente, que yacen como abono a las leyes del olvido. Recuerdos de las grandes gestas militares, dejaron ante los ojos de la tristeza de la raza, los grandes coroneles dijeron que estas muertes, son dedicadas a conocer los caminos de la paz y el mismo que no lleven a un pueblo de libertad.
Sígueme pues, que con mi ojo pardo de jaguar americano llegaremos a México, a través de inhumanas cortinas que hombres y mujeres con estudio, han formado en la ruta de tu paso. Conocerás el encanto del nopal en Yucatán, y encontraras una entrevista con la tristeza, una que se cultiva en Chiapas. No pienses que vas a estar solo, cuando gustes de la muerte a ella la encuentras durmiendo en los desiertos de Sonora, es ahí donde esperan la llegada mis hermanos los Mayos y los Yaquis.
Aquí en Chihuahua, Nogales, El Paso y San Luis Rió Colorado, te despediré hermano vagabundo sin bandera, te diré estrechemos los colores de nuestras manos,
digamos adiós en el abrazo, ya se que al cruzar la línea de la frontera, encontraras a mis hermanos Cucapas, Navajos, Apaches y muchos mas, les encontraras: con dinero pero muriendo en las calles del olvido, en las calles del aguardiente y pocas esperanzas en la jornada al camino del regreso de la raza.
Negor Len.
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