From Arizona en “Voces del Sur” llega el sudor en canto de arados, la voz de mujeres y hombres de maíz, así la luz de las lechugas, son gentes que emergen del trigo.
Un día llegue al Perú, con la intención de conocer lo que alla en una vieja escuela de mi pueblo medio aprendí; quería mi intención de aprender, el conocer del dolor de esa llaga marcada por un ayer, hoy pintado en una historia que se lee y observa desde lejos, ahí sentí el respirar nacido en el pueblo de las nubes. Así que a mi manera caminare, invitándoles a llegar solos conmigo ahí, y veamos asi...
Cuantos han sido los años que volaron dentro aquellas sombras del tiempo, sí, de aquellas sombras de olvido.
Han pasado como nubes nocturnas, que obscurecen las huellas de sangre, esas que fueron quedando al paso de nuestras razas
Han pasado por donde el Quechua era él soñar de los sentidos palpitantes del Inca Indio, implacable destino del secreto de la piedras, ciudades que se construyeron en noches de luces perdidas en el tiempo. Es por eso que hoy pondré una alfombra de verdes colores y serán los que adornen la llegada del recuerdo de aquel Peruano, el mismo que fue ultrajado, acecinado y guardado en las paginas de la historia.
Este fue y es el único señor representante del sol en este planeta. Hombre que habito las alturas de la Cordillera de los Andes, asemejando la belleza de un cóndor en su vuelo, ese que besaba la altura de las piedras, y guardaba sus secretos en los armarios flotando en las nubes.
Incas fueron el manantial de los monarcas absolutos, desde los sures de Colombia, atravesando la tierra Ecuatoriana y todo este Perú, siembre vivió, mostrando su existencia como un cóndor, que su sed sustenta alla en las alturas de Lago Titicaca. Y aquellas planicies que duermen en los silenciosos desiertos de Tarapacá.
Desde el siglo 12 hasta el siglo 16, el comando de los vientos descansa su vuelo, en esas alturas de Puno, en esas alturas del Cuzco.
Mas el día llego, cubierto en una coraza nefasta, cargando una cruz, portando una espada que labraría huesos humanos, como una nueva señal de muerte. Llegaron a la cima esa donde el mineral es la camisa de la piedra y el infinito duerme en esas nubes húmedas descubiertas adorando la luz, y el humo que levanta el sentir de las oraciones que nacen del alma, como una fe que se pierde en el vuelo del cóndor, pero todo esto fue destruido en la puerca ambición de hambriento conquistador.
Si así fue, llego el conquistador, estornudando su hambre, enseñado ser pariente de las aves de rapiña, destruyendo el silencio de la belleza de una sociedad indígena construida en las alturas del aire.
Hoy fue que me senté dentro la sala de los recuerdos, a encontrar el mismo de mis viajes, uno que me enseño la vela que alumbraba el sol y la luna, una sencillez que irrigare con mis palabras las constelaciones Incaicas.
Asi pues caminare como yanacona o ayllu, dentro los templos hechos de fósforo y piedra, en el semblante de las distancias; caminare paso a paso, los adobes que se construyeron con golpes azules, en Puno Y Cuzco, ciudades formadas como teclas musicales en el órgano del viento.
He venido a ti, Indígena hermano, porque creo recordar que hoy caminas, una año mas en tu vida y sabiendo bien, que tu ayer fuiste el cantar de la poesia, decidí subirme a una chalupa de alegría y navegar por las corrientes del Inam Bari, para asi llegar a ti, como sonido desprendido de la espesura de tus nubes que sientan a dormir su paso en las alturas de Machu Picchu.
Sabrás Negor me dijo Martín alla en Puno, solo aquí es donde la ciudad no tiene zapatos, pues sus pies son como rodillas que se resbalan como jabones dentro la sencillez de la tierra.
Aquí veras las sombras de un antiguo adiós. Veras un nunca equivoco transeúnte en los caminos de la historia, veras patita: como la tristeza vistió los trajes oportunos ante la mirada de nuestras gentes, que habitan de Sullana a Tacna tocando los sentidos de las harinas derrotadas. Es ahí donde nuestro pueblo silva telegramas que acarrean silencios en camino a un mañana que duerme en la esperanza del Cholo Peruano.
A una altitud de 12,549 pies, admirando asi el navegar del rió Tambopata en su rumbo al Lago Titi Caca, recibí el sonido de tus palabras amigo Inca: he sacado el latido de un pescador desnudo que habita las mareas de las alturas, y esos castillos de piedras planetarias.
He sacado de una red imaginaria, una si: que cubre todos aquellos secretos en las alturas de Puno, donde él frió y el calor de un pizco, hicieron llegar a mi mente, el entretenimiento de poder conversar con las nubes esas que cabalgan las alturas del hombre que en los fríos Andinos ilumino los descansos de mi mente, era un Rey, era un solo Atahuallpa, todavía domina los espacios celestes de las alturas Peruanas, y dejaron en mi: un solo y lento recuerdo como si fuesen estas palabras de Cesar Vallejo, que una fecha ya pasada encontrara en una vieja aula de la Universidad de San Marcos en Lima...
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna adorable que el destino blasfema,
esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema
Y el hombre... Pobre... ¡Pobre!
Vuelve los ojos como cuando de por sobre el hombro
nos llama una palmada:
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa,
en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes...!Yo no se!
Es pues Perú, hoy estuve aquí a visitarte, trayendo un solo beso errante que espero llegue a ti, en este eco que se esconde en mis letras, como un gracias al que recibí en un antes de ti.
Negor Len
Un día llegue al Perú, con la intención de conocer lo que alla en una vieja escuela de mi pueblo medio aprendí; quería mi intención de aprender, el conocer del dolor de esa llaga marcada por un ayer, hoy pintado en una historia que se lee y observa desde lejos, ahí sentí el respirar nacido en el pueblo de las nubes. Así que a mi manera caminare, invitándoles a llegar solos conmigo ahí, y veamos asi...
Cuantos han sido los años que volaron dentro aquellas sombras del tiempo, sí, de aquellas sombras de olvido.
Han pasado como nubes nocturnas, que obscurecen las huellas de sangre, esas que fueron quedando al paso de nuestras razas
Han pasado por donde el Quechua era él soñar de los sentidos palpitantes del Inca Indio, implacable destino del secreto de la piedras, ciudades que se construyeron en noches de luces perdidas en el tiempo. Es por eso que hoy pondré una alfombra de verdes colores y serán los que adornen la llegada del recuerdo de aquel Peruano, el mismo que fue ultrajado, acecinado y guardado en las paginas de la historia.
Este fue y es el único señor representante del sol en este planeta. Hombre que habito las alturas de la Cordillera de los Andes, asemejando la belleza de un cóndor en su vuelo, ese que besaba la altura de las piedras, y guardaba sus secretos en los armarios flotando en las nubes.
Incas fueron el manantial de los monarcas absolutos, desde los sures de Colombia, atravesando la tierra Ecuatoriana y todo este Perú, siembre vivió, mostrando su existencia como un cóndor, que su sed sustenta alla en las alturas de Lago Titicaca. Y aquellas planicies que duermen en los silenciosos desiertos de Tarapacá.
Desde el siglo 12 hasta el siglo 16, el comando de los vientos descansa su vuelo, en esas alturas de Puno, en esas alturas del Cuzco.
Mas el día llego, cubierto en una coraza nefasta, cargando una cruz, portando una espada que labraría huesos humanos, como una nueva señal de muerte. Llegaron a la cima esa donde el mineral es la camisa de la piedra y el infinito duerme en esas nubes húmedas descubiertas adorando la luz, y el humo que levanta el sentir de las oraciones que nacen del alma, como una fe que se pierde en el vuelo del cóndor, pero todo esto fue destruido en la puerca ambición de hambriento conquistador.
Si así fue, llego el conquistador, estornudando su hambre, enseñado ser pariente de las aves de rapiña, destruyendo el silencio de la belleza de una sociedad indígena construida en las alturas del aire.
Hoy fue que me senté dentro la sala de los recuerdos, a encontrar el mismo de mis viajes, uno que me enseño la vela que alumbraba el sol y la luna, una sencillez que irrigare con mis palabras las constelaciones Incaicas.
Asi pues caminare como yanacona o ayllu, dentro los templos hechos de fósforo y piedra, en el semblante de las distancias; caminare paso a paso, los adobes que se construyeron con golpes azules, en Puno Y Cuzco, ciudades formadas como teclas musicales en el órgano del viento.
He venido a ti, Indígena hermano, porque creo recordar que hoy caminas, una año mas en tu vida y sabiendo bien, que tu ayer fuiste el cantar de la poesia, decidí subirme a una chalupa de alegría y navegar por las corrientes del Inam Bari, para asi llegar a ti, como sonido desprendido de la espesura de tus nubes que sientan a dormir su paso en las alturas de Machu Picchu.
Sabrás Negor me dijo Martín alla en Puno, solo aquí es donde la ciudad no tiene zapatos, pues sus pies son como rodillas que se resbalan como jabones dentro la sencillez de la tierra.
Aquí veras las sombras de un antiguo adiós. Veras un nunca equivoco transeúnte en los caminos de la historia, veras patita: como la tristeza vistió los trajes oportunos ante la mirada de nuestras gentes, que habitan de Sullana a Tacna tocando los sentidos de las harinas derrotadas. Es ahí donde nuestro pueblo silva telegramas que acarrean silencios en camino a un mañana que duerme en la esperanza del Cholo Peruano.
A una altitud de 12,549 pies, admirando asi el navegar del rió Tambopata en su rumbo al Lago Titi Caca, recibí el sonido de tus palabras amigo Inca: he sacado el latido de un pescador desnudo que habita las mareas de las alturas, y esos castillos de piedras planetarias.
He sacado de una red imaginaria, una si: que cubre todos aquellos secretos en las alturas de Puno, donde él frió y el calor de un pizco, hicieron llegar a mi mente, el entretenimiento de poder conversar con las nubes esas que cabalgan las alturas del hombre que en los fríos Andinos ilumino los descansos de mi mente, era un Rey, era un solo Atahuallpa, todavía domina los espacios celestes de las alturas Peruanas, y dejaron en mi: un solo y lento recuerdo como si fuesen estas palabras de Cesar Vallejo, que una fecha ya pasada encontrara en una vieja aula de la Universidad de San Marcos en Lima...
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna adorable que el destino blasfema,
esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema
Y el hombre... Pobre... ¡Pobre!
Vuelve los ojos como cuando de por sobre el hombro
nos llama una palmada:
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa,
en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes...!Yo no se!
Es pues Perú, hoy estuve aquí a visitarte, trayendo un solo beso errante que espero llegue a ti, en este eco que se esconde en mis letras, como un gracias al que recibí en un antes de ti.
Negor Len
2 comentarios:
CHEVERE!
Gracias, pero que corta tu visita
Publicar un comentario