From Arizona en “Voces del Sur” llega el sudor en canto de arados, la voz de mujeres y hombres de maíz, así la luz de las lechugas, son gentes que emergen del trigo.
Sabrás amada,
que de lejos vengo caminando
por tardes llenas de sueños.
Unos sueños germinando esperanzas
que caminan en el paso hacia tu encuentro,
ese que palpita
allá donde tus ojos y corazón ambulan en trenes de segundos,
Sabrás amada,
que de lejos vengo caminando
por tardes llenas de sueños.
Unos sueños germinando esperanzas
que caminan en el paso hacia tu encuentro,
ese que palpita
allá donde tus ojos y corazón ambulan en trenes de segundos,
que marcan la hora de mi llegada
Cada vez que mi cabeza descansa
pienso en la filosofía que se desprende
del silencio de tus abrazos.
Se desprende como la misma sonrisa
que se resbala de tus labios.
Total aquí estoy,
parado
ante ti mujer,
Señora,
muñeca de mis encantos,
estoy con un regalo en la palma de mi mano.
Un regalo si
el mismo que recogí
en un recodo allá en la sierra de los Cuchumatanes.
Es una flor mujer,
es una prima de las orquídeas,
es la reina que dispersa el aroma
que vive en el canto que duerme en la selva,
a ella le llaman Monja Blanca,
encanto de la patria Guatemala.
Señora he caminado viendo tu imagen,
esa que pasa con elegancia y hermosura.
También ahí,
he visto tu figura,
la que transita con una lagrima que pinta la imagen
esa que emerge sola,
en tu mundo de tristeza que luces como vestido.
Pero yo: fue ahí donde recogí sí.,
el sublime encanto,
ese que alumbra a las estrellas
en noches aquellas en que tu enciendes la luz que emerge,
si esa que abre las puertas de la vida.
OH señora.
OH mujer.
OH madre.
Solo amante es lo que de mí se,
y no te olvido encanto de esposa,
hembra que vives en mi,
así…
Como una cerca que adorna el camino a ese pueblo,
donde cultivas el trigo
que adorna los valles que embelesen el secreto de los minutos,
que solos caminan buscando donde existe el horizonte de la vida,
esa en que tu y yo nos perdemos de la mano.
Y para ti señora,
la amante de los poetas,
con mis rodillas besando el silencio de las piedras
aquellas que pienso aquí me ayuden a encontrar el arte ese,
que es comprender la belleza de tu ser,
traigo para ti amada:
Claro de que sí,.
Tu la misma que me enseña las sensaciones palpitantes
que nacen de los besos.
Tu la que cuando las estrellas duermen,
alumbras con tus brazos noches azufradas,
son luces que solas nacen en ti,
así como oscuridades embrujadas,
pero que embriagan mi hambre.
Hambre lo es: esa que vive,
que exististe por sentir el secreto que guardas en tu aliento.
Hoy este día que persigues en tus caprichos y emociones,
ellas saltan como chispas al teatro de la vida,
sabrás que para ti
traigo unos cuantos cientos de letras
que recogí en veredas y caminos,
les recogí por muchas aldeas y casas desperdigadas,
así pueblos,
donde también tu nombre camina en tu figura,
en paso por aldeas siempre fuiste el copihue Chileno,
que con la belleza de su rojo,
resbala un rubor y en un reflejo pinta,
el color en ese bello de tus mejillas.
Es de esos paramos
que se cultivan en los cuatro puntos cardinales,
donde tu existes en las campanas
y allá donde sus ecos alcanzan las distancias.
Fue en lugares que posaban ante la mirada de tus ojos
y aquel aliento en tu existencia,
donde encontré colores pintando campos, montañas,
y el paso de las nubes,
asi lo más bello
esa coquetería,
esa que de tus ojos se desprende,
como rayo que alumbra miles de encantos que dejan su sueño
en la estela de estrellas;
estrellas que por lejanos mares en noches navegan,
como reflejos desperdigados.
Se pierden en el canto de las olas,
las mismas que grabe aquí en un archivo que tengo
en un lugar especial de los rincones de mi alma.
Pero hoy,
en este segundo,
en este minuto,
el mismo que loco navega por estos espacios del tiempo,
traigo a ti,
en un sobre delicado unas letras que dispersare
en los valles de tu cuerpo,
son unos besos amada,
que como telegramas llegan a ti
cabalgando en esas olas de humanos deseos,
que besen el alma portuaria de tus encantos.
.
Negor Len
Cada vez que mi cabeza descansa
pienso en la filosofía que se desprende
del silencio de tus abrazos.
Se desprende como la misma sonrisa
que se resbala de tus labios.
Total aquí estoy,
parado
ante ti mujer,
Señora,
muñeca de mis encantos,
estoy con un regalo en la palma de mi mano.
Un regalo si
el mismo que recogí
en un recodo allá en la sierra de los Cuchumatanes.
Es una flor mujer,
es una prima de las orquídeas,
es la reina que dispersa el aroma
que vive en el canto que duerme en la selva,
a ella le llaman Monja Blanca,
encanto de la patria Guatemala.
Señora he caminado viendo tu imagen,
esa que pasa con elegancia y hermosura.
También ahí,
he visto tu figura,
la que transita con una lagrima que pinta la imagen
esa que emerge sola,
en tu mundo de tristeza que luces como vestido.
Pero yo: fue ahí donde recogí sí.,
el sublime encanto,
ese que alumbra a las estrellas
en noches aquellas en que tu enciendes la luz que emerge,
si esa que abre las puertas de la vida.
OH señora.
OH mujer.
OH madre.
Solo amante es lo que de mí se,
y no te olvido encanto de esposa,
hembra que vives en mi,
así…
Como una cerca que adorna el camino a ese pueblo,
donde cultivas el trigo
que adorna los valles que embelesen el secreto de los minutos,
que solos caminan buscando donde existe el horizonte de la vida,
esa en que tu y yo nos perdemos de la mano.
Y para ti señora,
la amante de los poetas,
con mis rodillas besando el silencio de las piedras
aquellas que pienso aquí me ayuden a encontrar el arte ese,
que es comprender la belleza de tu ser,
traigo para ti amada:
Claro de que sí,.
Tu la misma que me enseña las sensaciones palpitantes
que nacen de los besos.
Tu la que cuando las estrellas duermen,
alumbras con tus brazos noches azufradas,
son luces que solas nacen en ti,
así como oscuridades embrujadas,
pero que embriagan mi hambre.
Hambre lo es: esa que vive,
que exististe por sentir el secreto que guardas en tu aliento.
Hoy este día que persigues en tus caprichos y emociones,
ellas saltan como chispas al teatro de la vida,
sabrás que para ti
traigo unos cuantos cientos de letras
que recogí en veredas y caminos,
les recogí por muchas aldeas y casas desperdigadas,
así pueblos,
donde también tu nombre camina en tu figura,
en paso por aldeas siempre fuiste el copihue Chileno,
que con la belleza de su rojo,
resbala un rubor y en un reflejo pinta,
el color en ese bello de tus mejillas.
Es de esos paramos
que se cultivan en los cuatro puntos cardinales,
donde tu existes en las campanas
y allá donde sus ecos alcanzan las distancias.
Fue en lugares que posaban ante la mirada de tus ojos
y aquel aliento en tu existencia,
donde encontré colores pintando campos, montañas,
y el paso de las nubes,
asi lo más bello
esa coquetería,
esa que de tus ojos se desprende,
como rayo que alumbra miles de encantos que dejan su sueño
en la estela de estrellas;
estrellas que por lejanos mares en noches navegan,
como reflejos desperdigados.
Se pierden en el canto de las olas,
las mismas que grabe aquí en un archivo que tengo
en un lugar especial de los rincones de mi alma.
Pero hoy,
en este segundo,
en este minuto,
el mismo que loco navega por estos espacios del tiempo,
traigo a ti,
en un sobre delicado unas letras que dispersare
en los valles de tu cuerpo,
son unos besos amada,
que como telegramas llegan a ti
cabalgando en esas olas de humanos deseos,
que besen el alma portuaria de tus encantos.
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Negor Len
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