Desde Arizona el “Otro Sur” llega el sudor en canto de arados, la voz de mujeres y hombres de maíz, así la luz de las lechugas
VENGO LO SE
Vengo lo sé…
Desde lejos,
de allá donde partí.
Conmigo traigo el silencio,
uno que recoja en las aguas del Motagua.
Un rio que como el Bio Bio.
Un rio que como el Orinoco.
Resbalan y arrastran los sueños,
de almas truncadas en el camino de ilusiones,
de a la patria dar un respeto en la mano,
y no que corrientes sepulten esa esperanza,
volando en alas de la vida.
Vengo lo sé…
Porque ya cuando hablo,
veo las velas como olas
formando mareas que agradan mi alma,
y en ellas navego de un pasado.
Mi mente Zarpa hacia Atitlan.
Zarpa al lago de Managua.
Zarpa en las alturas del Titi Caca.
Es el agua de esos lagos el baño de los sueños.
Es un manto que humedece las tristezas,
se extienden en la miradas
aquellas que se cultivan en el silencio.
Vengo lo sé…
De haber sentado mi pensamiento,
Allá en las alturas donde cóndores y águilas dominan
las soñolientas cuevas que vientos interrumpen,
como un regazo fugitivo de la noche.
Fue en el eco ese de las alturas,
donde vi el camino de estrellas.
Les escale en sus luces hundiéndome en las alturas,
Ahí donde pernocta el cabello de volcanes.
Vengo lo sé…
Despidiendo la distancia de mí,
despidiéndola del Tacana y Tajumulco,
volcanes que me mostraron la ruta de las nubes.
Aconcahua y Chimborazo
arrastraron la sonrisa de las lluvias,
en miles de minúsculas gotas
resbalando en ese espacio que vive en las Alturas.
Es la vida un vapor de inquilinos?
Ahora bien,
tengo que hablar del eco, del llorar.
Ese viene de rincones olvidados en mi América.
Viene de allá donde la muerte palpita,
así como bota pisoteando el descanso de los pueblos.
Son tantas Guatemalas que traigo en el alma.
Son tantas Nicaraguas olvidadas que traigo al presente.
En cestas de palabras traigo la Villas Miserias de Chile.
Las Callampas que en Argentina respiran.
Y una favela que se extiende como destemplado acorde
en el moreno Brasil que baila el hambre,
baila la samba, baila la muerte, baila la nalga.
Vi el dolor como evaporaba su grito,
desde el infectado supurar de llagas humanas.
Vi la sonrisa perderse en ese cause de espumas ingratas,
agonizante así, como un silencio en batalla.
Allá en Guatemala aprendí a conocer el ritmo de los pazos.
Aprendí si, a guardar la sal que endulza una lagrima,
Cuando el soldado y su capitán retuercen el pescuezo
de aquel Indígena que nació de la tristeza de las hojas.
Fue en Zacapa donde vi a la muerte,
caminando en los barrios
sonreírle con la misma boca que lo hizo en Chinautla.
Al descalzo indígena de camino por la patria,
le encontré ambulando sin rumbo ni destino,
Le vi perderse como un viento más,
en ese oscuro que nace, que vive en la selva.
Yo lo sé:
que conmigo traigo una cesta derramando lagrimas,
que apresuradas quieren olvidar el momento,
si aquel cuando de sangre nombres pintaron.
Pintaron la queja en piedras sueltas
camino a la montana de ásperas arenas,
que solas esperando como mesón desamparado,
recogían los sueños de indígenas perseguidos,
torturados, despreciados, escupidos, violados,
he insultados con silabas carceleras.
Sus propios hermanos vestidos de soldados,
ensartaban el machete como abrazo
en la espalda, ojos, manos, piernas, penes,
pechos, y mentes que no encontraban la mirada.
Sera posible le pregunte al tiempo?
Que ya ni los curuchiches canten a las brizas de Cebol.
Asi es me dijeron en su camino las horas.
En estas tierras del Mayab,
ya los pájaros ni de noche vuelan,
como algunos pasajeros tristes.
Ya las lechuzas no asustan la ribera,
esa por donde la noche llega,
golpeada, harapienta, errante,
sola como una queja maltratada.
Fue así como nació una mano combatiente,
nació de un metal acecinado.
Nació como una boca midiendo la agonía,
que palpita en cada indígena nacido
y que llora por cada indígena acecinado por la metralla.
Esta es una patria hermano me dijeron,
mancillada desde el arribo de España.
Esta Guatemala ha sido ultrajada,
robada de su piel que en primaveras le adornaba
como una profundidad de hermosura
nacida de los verdes secretos de la selva.
En Antigua recuerdo a ver visto la peste de cadáveres,
regados en el olvido de la clemencia
desconocida en el uniforme y alma de militares asesinos.
Yo vi lágrimas deslizarse en las aguas del pensativo,
así como una despedida sin futuro.
Como una orden de Arana.
Como una orden de Ríos Month,
seyando el timbre de la muerte,
en ese sobre con destino a una tumba
que se enreda en el camino de las páginas de la historia.
Negor Len
Desde lejos,
de allá donde partí.
Conmigo traigo el silencio,
uno que recoja en las aguas del Motagua.
Un rio que como el Bio Bio.
Un rio que como el Orinoco.
Resbalan y arrastran los sueños,
de almas truncadas en el camino de ilusiones,
de a la patria dar un respeto en la mano,
y no que corrientes sepulten esa esperanza,
volando en alas de la vida.
Vengo lo sé…
Porque ya cuando hablo,
veo las velas como olas
formando mareas que agradan mi alma,
y en ellas navego de un pasado.
Mi mente Zarpa hacia Atitlan.
Zarpa al lago de Managua.
Zarpa en las alturas del Titi Caca.
Es el agua de esos lagos el baño de los sueños.
Es un manto que humedece las tristezas,
se extienden en la miradas
aquellas que se cultivan en el silencio.
Vengo lo sé…
De haber sentado mi pensamiento,
Allá en las alturas donde cóndores y águilas dominan
las soñolientas cuevas que vientos interrumpen,
como un regazo fugitivo de la noche.
Fue en el eco ese de las alturas,
donde vi el camino de estrellas.
Les escale en sus luces hundiéndome en las alturas,
Ahí donde pernocta el cabello de volcanes.
Vengo lo sé…
Despidiendo la distancia de mí,
despidiéndola del Tacana y Tajumulco,
volcanes que me mostraron la ruta de las nubes.
Aconcahua y Chimborazo
arrastraron la sonrisa de las lluvias,
en miles de minúsculas gotas
resbalando en ese espacio que vive en las Alturas.
Es la vida un vapor de inquilinos?
Ahora bien,
tengo que hablar del eco, del llorar.
Ese viene de rincones olvidados en mi América.
Viene de allá donde la muerte palpita,
así como bota pisoteando el descanso de los pueblos.
Son tantas Guatemalas que traigo en el alma.
Son tantas Nicaraguas olvidadas que traigo al presente.
En cestas de palabras traigo la Villas Miserias de Chile.
Las Callampas que en Argentina respiran.
Y una favela que se extiende como destemplado acorde
en el moreno Brasil que baila el hambre,
baila la samba, baila la muerte, baila la nalga.
Vi el dolor como evaporaba su grito,
desde el infectado supurar de llagas humanas.
Vi la sonrisa perderse en ese cause de espumas ingratas,
agonizante así, como un silencio en batalla.
Allá en Guatemala aprendí a conocer el ritmo de los pazos.
Aprendí si, a guardar la sal que endulza una lagrima,
Cuando el soldado y su capitán retuercen el pescuezo
de aquel Indígena que nació de la tristeza de las hojas.
Fue en Zacapa donde vi a la muerte,
caminando en los barrios
sonreírle con la misma boca que lo hizo en Chinautla.
Al descalzo indígena de camino por la patria,
le encontré ambulando sin rumbo ni destino,
Le vi perderse como un viento más,
en ese oscuro que nace, que vive en la selva.
Yo lo sé:
que conmigo traigo una cesta derramando lagrimas,
que apresuradas quieren olvidar el momento,
si aquel cuando de sangre nombres pintaron.
Pintaron la queja en piedras sueltas
camino a la montana de ásperas arenas,
que solas esperando como mesón desamparado,
recogían los sueños de indígenas perseguidos,
torturados, despreciados, escupidos, violados,
he insultados con silabas carceleras.
Sus propios hermanos vestidos de soldados,
ensartaban el machete como abrazo
en la espalda, ojos, manos, piernas, penes,
pechos, y mentes que no encontraban la mirada.
Sera posible le pregunte al tiempo?
Que ya ni los curuchiches canten a las brizas de Cebol.
Asi es me dijeron en su camino las horas.
En estas tierras del Mayab,
ya los pájaros ni de noche vuelan,
como algunos pasajeros tristes.
Ya las lechuzas no asustan la ribera,
esa por donde la noche llega,
golpeada, harapienta, errante,
sola como una queja maltratada.
Fue así como nació una mano combatiente,
nació de un metal acecinado.
Nació como una boca midiendo la agonía,
que palpita en cada indígena nacido
y que llora por cada indígena acecinado por la metralla.
Esta es una patria hermano me dijeron,
mancillada desde el arribo de España.
Esta Guatemala ha sido ultrajada,
robada de su piel que en primaveras le adornaba
como una profundidad de hermosura
nacida de los verdes secretos de la selva.
En Antigua recuerdo a ver visto la peste de cadáveres,
regados en el olvido de la clemencia
desconocida en el uniforme y alma de militares asesinos.
Yo vi lágrimas deslizarse en las aguas del pensativo,
así como una despedida sin futuro.
Como una orden de Arana.
Como una orden de Ríos Month,
seyando el timbre de la muerte,
en ese sobre con destino a una tumba
que se enreda en el camino de las páginas de la historia.
Negor Len
2 comentarios:
Estimado Negor:
Siempre tu letras traen sabores nuevos, a frescura de lluvia en este invierno que azota ete Puerto de Talcahano.eFelicitaciones, como siempre tu pluma deslizándose,en perfecta armonía con la tinta que dejas impresa en esta página.
Be bj
Mi linda y lejana amiga, esta vez tus letras llenaron de muchas alegrías mi momento, y los llenaron cuando te vi en mis ojos llegar desde esa lejana y bella patria Chile, un abrazo hasta Talcahuano mi recordada poetisa, y no dejes de visitarme que siempre tendré las puertas abiertas para ti.
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