viernes, noviembre 06, 2009

OTROS VIENTOS QUE CONOCÍ EN LA PATAGONIA



From Arizona en “Voces del Sur” llega el sudor en canto de arados, la voz de mujeres y hombres de maíz, así la luz de las lechugas, son gentes que emergen del trigo.


Esta noche en que mi mente se desplaza a la lejanía, a un lugar de la tierra donde la verdad cruda se esconde en la mente de muchos que solo ven la belleza que la soledad esconde, que la soledad exhibe, mas que pasa con las mentes y la pluma de algunos poetas, de otros cantores y no se digan escritores, es quizás no recuerdan o nunca caminaron rumbo al lugar, uno donde la muerte azoto el vivir de los pobladores de nieves y arenas.

En esas tierras Patagónicas donde la belleza encanta los aires, y el azul ilumina los silencios de una raza, una mis lectores donde les sellaron la vida como una noche donde las tristezas que se opacan ante el egoísmo humano y digamos Argentino, que en ese tiempo los diarios informativos no conocieron el tiempo en que los verdugos repartían la muerte, nadie tenia tiempo para compartir y divulgar la verdad, como la palpable ingratitud que fue sembrada en la inmensa extensión germinada en las llanuras del miedo a Mapuches y Onas, eran la luz asesinada.

Estos inmensos territorios cuna de tribus indígenas fueron, un escenario de asesinatos y muertes a gentes indefensas para conquistar y apoderarse de sus derechos de ser los únicos dueños de la tierra, esos que la Madre Naturaleza les obsequiara en esos cientos de años de su existencia, les obsequio una misma propiedad para ser los únicos en un derecho de adueñar la libertad que solo poblaban la paz de los vientos, la paz del sol que con sus tibios rayos alegraban los fríos de la tierra y aplaudían las carreras de ñandúes en la inmensidad de la vida.

Aquí se desarrollaron grandes caserías de hombres, mujeres y niños, fue llevada a cabo por malditos usurpadores de esos territorios, que en un futuro llenarían sus bolsillos de cuantiosas cantidades de dineros, todos ellos manchados de sangre perteneciente a los verdaderos dueños de la patria Patagonia.

Quienes fueron los asesinos? Hoy desde lejos déjenme que les acuse en mis palabras que son el eco de Machis que a este viejo que hoy escribe le confiaron sus verdades, mas ahora desde la soledad de mi hogar y donde se hospedan mis recuerdos, les cuente en letras la escondida realidad, una que camino en noches y días allá en la soledad de esas tierras preñadas en raíces de muertos, de la cruda verdad de su existencia.

La gran compañía de nombre Importadora y Exportadora de Tierra del Fuego, más nunca he encontrado la voz de un poeta, de un verdadero hermano, que cuente al mundo esta clase de ingratitudes acontecida en la lejanía, de esas inmensidades de territorios, que siempre existieron en los libros del olvido.

Los vientos viven pero no mueren en las ambiciones de los hombres, las distancias que se abrazan en fríos que pernoctan esas longitudes de tierras imaginadas, no conocen el morir en manos de criminales, gentes alejadas como escorias que el respeto al suspirar de los humanos ignoran, ahí el martirio de los lutos suspira diferente en sus mezquinas hambres en la marcha de los días.

No eso los poetas de sueños acrisolados no escriben; no lo escriben porque los dolores se encuentran enterrados en la nupcial despedida de la tribus. Ahí la gloria es un desgarre dejado en el blanco de la nieves australes, es el abismo sin recetas que alivien los dolores, mucho menos el martirio en rostros hambrientos perdidos en el silencio de las calles.

Porque no se inspiran y cantan el susurro de las agonías, o la monarquía de invasores construyendo humo de cadáveres, quizás las plumas no tengan tinta y tiempo para llegar al manantial donde la sarna suplementa al oro y la plata. Asómate caballero. Asómate damisela que con tu pluma coqueteas a las diferentes miradas de la vida, vallan y vengan que aquí esta el crepúsculo herido; esta la luz que se levanta sobre las piedras y toda angustia amarilla.

Busquemos quienes son los que agredieron la historia de la sangre. Quienes son los que en siniestros días hicieron del hueso Ona, del hueso Mapuche figuras de humo en aquellas pampas arenosas allá en la lejana Patagonia, quienes fueron los que a la paz de la noche le cortaron su destino, para dejarle zozobrando en la ingratitud de un eterno invierno.

Tengo que partir dejando a una raza golpeada ante la lágrima indiferente, tengo que partir a contarle a la vida de unos siniestros recuerdos que recogí dentro la piedras palpitantes, en una distancia que se quedo olvidada, se quedo como un suspiro que ya ahora duerme en los sentimientos del alma Patagonica.


0 comentarios: