viernes, agosto 08, 2008

Emigre Por Los Caminos De La Vida. parte 3


From Arizona en “Voces del Sur” llega el sudor en canto de arados, la voz de mujeres y hombres de maíz, así la luz de las lechugas, son gentes que emergen del trigo.


Fue un baño que me hizo sentir como nuevo, así como mi primera comida Panameña hecha en un hogar donde la felicidad y bondad, respiraban por cualesquier rincón de esa casa. Ya preparado en la mesa para apetecer un buen almuerzo y un frió refresco de rosa de Jamaica bien recuerdo; aquí puede sentarse Paisa y siéntase como en su casa, así para que le echemos algo a la panza no le parece, porque según parece hoy mismo empezaremos juntos a trabajar.—Isolina, era de origen Jamaiquino, mujer muy guapa con todo mis respetos, mas no cabe duda que ya estaba al tanto de que yo me iba a quedar a vivir un tiempo con ellos, porque rápido pregunto, lo vas a llevar a trabajar contigo Rafael? Que bueno... Me alegra de verdad, porque sabrá Salvador que siempre le he dicho busca alguien quien te ayude, es mucho trabajo para ti solo, y mire ahora que mejor que es alguien de su misma de su gente.


Pues lo que es de mi parte, quiero agradecerles con todo mi corazón el gran cariño y confianza que e recibido, al momento de haber llegado a vuestra casa, que según parece me esperaban sin saber que yo llegaba. Lo sé que nunca dejare una mala impresión en los recuerdos que aquí queden, después de mi partida; y disculpe paisano en que trabaja usted. —Yo trabajo en el mar. —En el mar le pregunte, como así? Hay muchos barcos que llegan a puerto y tienen problemas eléctricos, respondió Isolina así que Rafael es una persona profesional en ese trabajo por muchos anos, lo que hace que varias compañías navieras que saben y conocen de su reputación. Les lleva a que se pongan en contacto con él. —Mejor deja que valla conmigo y él vea con sus propios ojos en lo que vamos a trabajar de ahora en adelante.

Así fue: Después de haber almorzado, tomamos rumbo a una parte del Canal de Panamá, donde en un bote de motor ya estaba esperándonos cosa que aprendí con el tiempo, que cuando nosotros llegábamos al muelle, ya había alguien que esperándonos estaba: como algo de primera necesidad e importancia para el navío. A donde vamos paisa le pregunte?—Tenemos que ir a unas dos millas de aquí donde esta un buque anclado, y aprovechando su tiempo que le llegue de atravesar el Canal, me llaman; así se aprovecha ese lapso de espera arreglando los desperfectos eléctricos. Y porque usted le pregunte. – Porque yo soy uno de los pocos que tiene experiencia en esta clase de generadores y motores eléctricos, ellos tienen su propio electricistas pero hay veces que ellos no pueden encontrar el problema, es ahí donde usted y yo vamos que tener que ir y ver que pasa, me explico?

Cabron, me dije en mis pensamientos y ahora que jodidos voy hacer siempre aquí en el agua, como putas me van a encaramar en ese barco, y si me mareo que pisados voy hacer... Así navegaban mis pensamientos cuando escuche que mi paisano me dijo, ok paisa: agarre esa caja y se la trae con usted luego nos subimos en esa tarima que es como un elevador, así fue que abordamos el barco, pero para mientras con el cabron bamboleo del bote, ya sentía que me daba en la madre pero a Dios gracias la hice.—Todo es practica patojo, no mas no le tenga miedo al agua, que aquí rápido lo sacamos.—Yo solo me sonreí y pensé: Ve que de a huevo lo sacamos, que fácil es decirlo.

Total que así fue, bajamos al cuarto de maquinas, el buen Rafa se puso hacer un montón de chambas y pues yo empecé a participar, arrimándole todo lo que necesitaba, aunque al principio le llevaba mas de tres veces diferentes babosadas, y no dejaba de encambronarse un poco, pero lo bueno fue que pronto aprendí a conocer los nombres de los utensilios de trabajo, ya que muchos nombres se decían en ingles, como así costumbrismos Panameños.

Rafael según me contó llega a Panamá como exilado político, allá por el año de 1,942 ya que estuvo envuelto en un golpe que le iban a dar al presidente en ese entonces Jorge Ubico, miembros de la Escuela Politécnica, por la preferencia que el Dictador tenia por los oficiales de línea del ejercito, y no para con los pocos que en ese entonces habían de escuela militar.

Su trabajo lo aprendió navegando en la Marina Mercante, ya que según me mostraba fotos había navegado por cientos de puertos en el mundo, como así diferentes compañías navieras.

Conforme el tiempo empezó su marcha, yo me empecé a familiarizar con la ciudad, después de mi trabajo salía a caminar por las orillas del mar, tiraba mi mente en una red de ilusiones, y con ella pescaba imaginaciones palpitando en la blanca espuma que se escapaba de olas viajeras, olas sonriendo a mi mirada que se perdía en la distancia enamorada de lo que existiese allá, donde mis ojos no alcanzaban el horizonte. La casa de los Paniagua, era la casa de mi familia, nuestra convivencia fue hermosa, nunca olvido que lo que si Rafael me pidió, fue que nunca le hablara a su patojo de ideas revolucionarias, el tenia miedo que Rafa Jr. enfilara líneas con aquellos miembros de agrupaciones, donde no existían las edades, solo el amor por exigir el respeto al derecho ajeno, ese que siempre seria la única lucha por la paz.

Bien llega a mi mente, lo que en esos años reclamaron en Panamá las juventudes estudiantiles, obreros de conciencia patriótica, campesinos amantes de su tierra, y profesionales como así miembros de la Guardia Nacional de Panamá, exigían el derecho ante una cerca metálica que separaba a la patria, la obligación de los Estados Unidos de América, a no negar la libertad de que la República de Panamá fuese dueña también de mostrar los colores de su bandera, que ella flameara en los vientos navegantes y ojos de colores diferentes, gentes de pieles y cabellos simulando celajes, y que pasan tripulando barcos de todo el mundo.

El pueblo de Panamá quería en ese ayer que esos marinos, esos pasajeros que a toda hora saludaban con su bandera, también Panamá respondieran con un bienvenido, como así tenga un buen viaje a través de ese símbolo que representa los derechos de la patria. Esa bandera enarbolada ante la luz del día, que le encendía con las bellezas aledañas a la suerte del Canal. Así como un homenaje a todos aquellos jóvenes Panameños que fueron acecinados, en los momentos que sembrar quisieron el asta de su bandera, en la tierra de esa patria, pero cuidada por miembros del Ejercito Norte Americano. El derecho reclamado termino con la muerte.

Los meses empezaron a pasar, ya para ese entonces me había comprado una bicicleta para movilizarme en mis momentos de no trabajo, él trafico en ese tiempo casi en todas las ciudades de América, deslumbraba su respeto con anuncios como la cortesía evita accidentes, siendo así un placer andar en esta clase de vehículo.

Aprendí las labores que mi paisano hacia en un 70 por ciento, lo que le daba la ventaja a veces, ya que también a ellos se les prestaba servicio, a así empezó a confiar en mi mandándome solo al área de los barcos pesqueros de camarón; a mi bicicleta de adapto una parrilla de una vieja motocicleta Harley Davison, donde podía colocar mi Tool Box, (caja de fierros) e irme en ella ya que los mas lejos que me quedaban los barcos camaroneros seria a unos 20 minutos de la casa, aprendí a trepar los mástiles de los barcos y hacer toda clase de cambio de bombillos y pequeñas reparaciones, el trabajo era mas fácil cuando los navíos atracaban en muelle, porque cuando estaban anclados mar adentro, era un balanceo que lo ponía a uno medio borracho como si hubiese tragado del guaro mas barato, así a veces unas mareadas de la gran puta, el tiempo me hizo acostumbrarme.

Ahí en los barcos pesqueros empecé mis averiguaciones, sobre como poder viajar a las selvas del Darién, como así las del Choco, ya que pronto tendría que partir, pues mis ahorros se veían bastante favorables en el futuro de mi aventura. Empecé a tener relación con diferentes capitanes y pescadores, como marinos mercantes. Empecé a instruirme bajo la experiencia de varios pesqueros que trabajaban cerca de esas regiones marítimas. Y cuando menos lo pensé ya casi tenia todo preparado para la partida.

En Panamá fui miembro asistente a varias marchas de protesta ante el poderío Norte Americano en el Canal, una de ellas de las más importantes desde el aspecto patriótico, y que fue la lucha que hacia abogar por los derechos a todos los Panameños dueños de la patria, que se les permitiera movilizarse libremente, por todo el territorio del país incluyendo la Zona del Canal de Panamá. Continuara...

Sal Troccoli

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